Balcón abierto del Cronista de la ciudad. - El Carabobeño
El Dr. Guevara Cordero
Todos los valencianos tenemos contraída con el doctor Carlos Guevara Cordero una deuda de simpatía. Es hoy, y ha sido siempre, un hombre dotado de un inagotable dinamismo, puesto al servicio de las causas nobles y justas. Ayer lo vimos así en el club de Leones y otras instituciones de servicio, y hoy le vemos desplegando igual actitud al frente de la Sociedad Amigos del Oncológico de Valencia. Un hombre excepcional, sólo comparable con ese otro campeón de la lucha médico-asistencial valenciana que se llama Ramón Ignacio Bustillos, impulsor y mantenedor del Banco de Sangre.
Por cierto que hay la coincidencia de que el Banco de Sangre y el Oncológico son dos instituciones que han venido corriendo a través de los años igual suerte. Han sido objeto de una desatención oficial casi absoluta. Ambas han estado a punto de cerrarse, a pesar de que no existe en Valencia ninguna otra institución que en materia de utilidad pública pueda compararse con ellas. Dos instituciones fundamentales para la salud de los valencianos. Esto no puede discutirse.
Pues bien, el doctor Guevara Cordero está empeñado en salvar para el presente y el futuro la suerte del Instituto Oncológico de Valencia. Lo acompaña en esta labor, y también en otras similares, su esposa Josefina, que está dotada de la misma sensibilidad social que él y que despliega una gran actividad en todos aquellos sectores sociales y culturales donde está en juego el porvenir de la ciudad. Una trabajadora insigne.
Lo último que hicieron el doctor Guevara Cordero y su esposa fue presentar una función de gala en el Teatro Municipal a beneficio del Oncológico, con la actuación de dos notables artistas nuestros: Iliana López y Franklin Gamero, los más destacados discípulos de ballet de la profesora Nina Nikaranova, cuya actuación de largos años en Valencia le identifican como una de las mujeres más valiosas, que han llegado a nuestro medio. Cuando se dice Nina Nikaranova, ya se sabe que se está haciendo sonar sobre la mesa una moneda de buena ley.
La mencionada función del Teatro Municipal fue comentada con los más vivos elogios por quien estaba llamado a hacerlo: Alfredo Fermín. Nosotros, que sabemos muy poco de estas cosas, fuerza es confesarlo, suscribimos en todas sus partes, sin cambiarles ni una coma, esos comentarios de nuestro colega Fermín, y recordamos con especial agrado, y la recordaremos siempre, esa noche maravillosa de que disfrutamos en nuestro primer coliseo, gracias al empeño avasallador y al dinamismo emprendedor de Carlos y Josefina Guevara Cordero, que fueron los héroes de esta jornada. Todo en beneficio de una institución que en estos momentos está cobrando nuevas esperanzas, porque ya el gobierno regional ha resuelto ayudarla.
Y en todas estas iniciativas, privadas y públicas, que se mueven alrededor del Oncológico, seguiremos viendo al doctor Carlos Guevara Cordero, siempre activo, siempre dinámico, siempre superior al desaliento. Está dotado de la energía que se necesita para vencer todos los obstáculos imaginarios. Pero nada de esto significa que debamos dejarlo solo en su tarea, como más de una vez hemos dejado solo al doctor Ramón Ignacio Bustillo. A estos hombres hay que ayudarlos. Hay que reconocerles, en primer término, lo que ellos representan como factores de progreso de Valencia, como servidores ejemplares de la comunidad, y en segundo lugar, hay que prestarles la colaboración que tengamos a nuestro alcance.
Todos estamos obligados a trabajar por Valencia. Muchas veces lo hemos dicho, y hoy nos complacemos en repetirlo, para que no se les olvide a los demás, y para que no se nos olvide a nosotros mismos: Valencia, más que una ciudad es un deber, y ese deber hay que cumplirlo.
Valencia, septiembre de 1985.
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