Graduación de un Poeta
a los 70
Esta mañana, al ir al baño,
sufrí un susto mayúsculo, imprevisto,
porque me hallé de pronto en el espejo
con un anciano desvalido
- ¿Es
usted, me atreví a decirle,
el hombre aquél, del otro siglo,
que se traía de cabeza a los novios,
a los padres y a los maridos?
¿ Es usted el mozo altanero
que solía salir como un tiro
tras las mozas llenas de encanto
que veía pasar por el camino?
¿Es usted el bardo bohemio,
trasnochador empedernido
que daba serenatas por las calles
en las noches de luna
molestando a los vecinos?
¿Es usted aquel estudiante
que se tragaba libros y más libros
y que deseaba ser poeta
para saciar sus sueños líricos?
¿Es usted el muchacho alegre,
aquel muchacho ágil y arisco
que en las huertas ajenas
robaba frutas, flores, nidos
llegando a ser, a pesar de eso
un excelente monaguillo
en las festividades parroquiales
de su pueblo nativo
cuando ayudaba al cura párroco
a celebrar el Santo Sacrificio?
¿Es usted quien después de grande
contrajo el serio compromiso
de amar y practicar el trabajo
que para otros es un suplicio?
¿Es usted aquel mozalbete
que tuvo un revólver al cinto
y que pudiendo haberlo usado
en diferentes ocasiones, no lo hizo?
¿Es usted el hombre romántico
que sorteó los riesgos del vicio,
prefiriendo el camino recto
a las veredas y los riscos?
¿Es usted quien cumplió a su hora
los orientales requisitos:
sembrar un árbol
escribir un libro y engendrar un hijo?
¿Usted hizo del sueño un hábito
y del amor un rito?
¿Es usted quien tiene por norma
luchar y trabajar, como si fuera un jovencito?
¿El que no le teme a la vida,
ni tampoco a la muerte,
como tantas veces lo ha dicho?
¿Es usted el viejo gayego
-gagá, yeyé y gogó-
que todos hemos conocido?
¿Es usted ese joven fuerte de ayer
y ese viejo terco y fuerte de hoy,
que no se ha dado por vencido,
que no pide cuartel;
es usted ese mismo?
El cristal del espejo estaba atónito
al oir estas cosas que jamás había oído,
Y alzó la voz de pronto
- la
voz de los espejos es un secreto antiguo –
alzó la voz para decirme
y en efecto me dijo:
- Cancele
usted esos recuerdos,
Sepa vivir su realidad, amigo,
goce de su segunda juventud
saboreándola sorbo a sorbo
como una copa de buen vino;
el tiempo nunca se detiene,
nunca se ha detenido;
es bueno que se olvide de Epicuro
para seguir la senda del manso San Francisco;
frene usted sus impulsos
póngale una sordina a sus instintos primitivos;
enderece sus pasos
buscando un rumbo más tranquilo,
porque después de haber franqueado
setenta recodos del camino,
usted se ha graduado de anciano,
yo se lo digo.
Desde hoy en adelante
- Para
su bien se lo repito -
Debe usted comportarse como un Anciano
Desvalido.
Cuando salí a la calle, hallé unos ojos
que se cruzaron con los míos
y comprendí al instante
que los consejos del espejo
se habían perdido en el vacío.
Alfonso Marín
El Carabobeño. 2-10-78
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