sábado, 24 de marzo de 2012

Julio de 1944. "El mejor homenaje al Libertador"


Revista “Actualidad”. Valencia, Julio de 1944

El mejor homenaje al Libertador

Se ha abusado mucho entre nosotros y aún se abusa, del nombre de Bolívar. Desde los escarceos simplemente especulativos, esgrimidos con desenfado en el campo literario, hasta la detonante retórica de los discursos que se pronuncian en los actos más solemnes, las tres sílabas armoniosas del apellido ilustre, se usan como recurso para arrancar aplausos, o para disfrazar en ciertos casos la pobreza del estilo, la ignorancia de los temas tratados o la ausencia de las ideas.

Y el nombre de Bolívar se presta para todo. La vida y la obra de este hombre excepcional, constituyen un filón inagotable, situado al alcance del más precario esfuerzo de la imaginación. No es necesario conocer nuestra Historia, ni haber analizado los hechos, para darse cuenta de que en esa mina inconfundible que es Bolívar, el oro y los diamantes saltan a flor de tierra.

Y al lado de este abuso de su nombre, se incurre también con desesperante frecuencia en la práctica de un sentimentalismo irreflexivo, que mira hacia el pasado en busca de glorias pretéritas, como de un patrimonio para disimular nuestros defectos. Nos empeñamos en alimentar nuestros sueños de grandeza y de triunfo, con una infantil evocación de la grandeza y del triunfo de aquellos hombres que con el Libertador a la cabeza, venciendo obstáculos y superando sacrificios, cambiaron un sistema, crearon patrias y echaron los cimientos de nuestra libertad.

La mayor parte de las celebraciones de ciertas fechas clásicas, se reducen a una pirotecnia de palabras, cargadas de adjetivos, en que la utilidad y la eficacia de los actos de los hombres de hoy, en nada se asemejan a la utilidad y la eficacia de los actos de los hombres de ayer.
Pero si penetramos con devoción menos ficticia o menos ciega en el ideario del Libertador, nos encontramos con que ese ideario  más que un simple pretexto de elucubraciones ocasionales, debe ser para los hombres responsables de América, un vivo ejemplo de entereza, capacidad de lucha y de trabajo, de constancia, de optimismo y de fe.

El Libertador fue un hombre que llenó con su actividad incomparable, con su dinamismo intelectual y su desprendimiento,  los horizontes de una época. Se dio por entero y sin reservas a las necesidades y a los problemas de su tiempo. Conceptuó como el más alto timbre de  gloria y de grandeza, la función de ser útil. Creó recursos donde éstos no existían, levantó los ánimos caídos, contagió su optimismo, impuso sus ideas y enarboló con mano firme y para siempre la bandera de sus ideales de justicia.

Por eso es preferible tratar de interpretar sus intenciones generosas y llevar a la práctica sus ambiciones de renovación y de progreso, antes que detenerse en un recogimiento casi místico, de genuflexa admiración contemplativa, ante la obra que él y sus hombres realizaron. Es preferible interpretar su pensamiento para darle vigencia, en beneficio de su pueblo, porque la implantación y la defensa de los principios destinarios que constituyeron el objeto primordial de su vida, en lo social y en lo político, ha de constituir ahora y siempre el mejor homenaje de los delegatarios de su gloria.

Alfonso Marín.


No hay comentarios:

Publicar un comentario