Tres Documentos Fundamentales de Valencia
Hay
tres documentos esenciales para la historia de Valencia, que no hemos podido
encontrar: el acta de su fundación, el título de ciudad y el acta de la
instalación original del Concejo Municipal. Factores insalvables, parecen
haberse confabulado a lo largo de la historia para el extravío de estos
documentos.
Respecto
al acta de fundación, que tanta falta nos está haciendo para esclarecer con
carácter definitivo este hecho inicial de la vida de la ciudad, el caso de
Valencia no es un caso aislado, sino más bien común a la casi totalidad de las
ciudades de Venezuela: la única que tiene el privilegio de poseer el acta de su
natalicio, es Guanare. No conocemos ninguna otra. Una vez tuvimos noticia de
que el acta de la fundación de Valencia se encontraba en la catedral de Santo
Domingo. Fuimos allá. Nos atendieron muy
bien el Arzobispo y el presidente de la Academia de la Historia Don Emilio
Rodríguez Demorisi. Pero no era cierto. Los documentos más antiguos que existen
en la catedral de Santo Domingo, datan de 1594. Hasta ese año, los viejos
archivos coloniales de la isla fueron pasados a Cuba.
Los
valencianos no se conformaron nunca con esta pérdida de su acta natalicia y un
día solicitaron al rey el título de la ciudad para sustituirla. Ese título fue
expedido después de un largo proceso, y es presumible que en él se hiciera
alusión a la fundación de Valencia, pero ese título también se perdió y no ha
podido hallarse. La última vez que hubo alguna posibilidad de encontrarlo, fue
en 1838, cuando un sabueso de archivos, de esos que nunca faltan, y que ahora
son escasos, dijo que había visto ese título en el archivo de la Secretaría de
Estado para los Asuntos del Interior y de Justicia, organismo que antecedió al
actual Ministerio de Relaciones Interiores, y se comprometió a sacarlo, siempre
que le pagaran treinta y seis pesos como honorarios. Este pago no pudo hacerse,
porque el administrador de rentas de Valencia dijo que no había partida para eso
y que cualquier erogación que se hiciera por ese concepto seria violatoria del
artículo 28 de la Ordenanza de Rentas y Gastos Públicos de Valencia. No hubo
pago y no hubo título. Oportunamente analizaremos esto con mayores detalles.
El
tercer documento fundamental de Valencia, que ha desaparecido, es el acta de
instalación del Concejo Municipal, efectuada el 30 de junio de 1821: es decir,
seis días después de la batalla de Carabobo. Hay propiamente dos actas: una
correspondiente a una sesión preparatoria del día 28 y la otra de la
instalación el día 30. Por fortuna, el Concejo Municipal posee copia
certificada de esas actas, suscrita por el general Gregorio Cedeño, J.
Figueredo Herrera, Monseñor Víctor Julio Arocha. José Luis Pacheco y otro personaje cuya firma es
ilegible, expedida con fecha 18 de abril de 1910. El general Gregorio Cedeño
fue presidente del Estado y Monseñor
Arocha era para entonces Vicario de Valencia.
Arocha era para entonces Vicario de Valencia.
¿Qué ha
pasado en esto? Muy sencillo: los libros de actas del Concejo Municipal de
Valencia correspondiente a esa época han
desaparecido. Por eso no hemos podido verificar a través de ellos la
repercusión oficial de los episodios de la Cosiata, ocurridos poco después en
Valencia. Es muy posible que como se tratara de hechos trascendentales, en los
cuales estuvieron involucrados personajes de gran figuración política, que
durante ese tiempo y también posteriormente iban a desempeñar un papel importante
en la vida pública nacional, esos propios personajes, que entonces fueron
testigos y actores a un tiempo mismo, y que posteriormente iban a desempeñar un
papel idéntico, fueran los primeros interesados en que oficialmente no quedara
ninguna huella. Las actas del Cabildo, primero, e inicialmente las del Concejo
Municipal, recogían siempre el eco de los acontecimientos ocurridos, tanto en
Valencia, como en otros lugares de Venezuela, cuando esos acontecimientos tenían
algo que hacer con la vida política, social, económica y cultural de la ciudad.
Hay que
confiar, sin embargo, en que algunos de esos libros y documentos extraviados,
aparezcan. No cejaremos en nuestro empeño de seguirlos buscando.
Va en
ello el esclarecimiento definitivo de algunos aspectos de nuestra historia
local y regional, excepcionalmente importantes.
Alfonso
Marín.
Valencia,
julio de 1981.
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