sábado, 5 de julio de 2025

Enero de 1986. "Acosta Rodríguez"

Balcón Abierto del Cronista de la Ciudad - El Carabobeño

Acosta Rodríguez


Mal comienzo nos ofrece el presente año de 1986 en las filas bolivarianas. La muerte, "la celosa, según el poeta, que siempre está en acecho", nos ha llevado en el corto término de breves días tres figuras muy valiosas. En Valencia, hemos visto caer de repente al estimado colega Carlos Vicuña Oberto, hombre fuerte y sanguíneo, negación absoluta de toda idea de la muerte; en Caracas, en forma simultánea, dos figuras estelares de la causa bolivariana: el profesor Luis Acosta Rodríguez y el presbítero Pedro Pablo Barnola; dos propulsores del ideario del Libertador, de larga y fecunda trayectoria. Vamos a referirnos al primero, a quien estuvimos ligados por lazos muy hondos.


Podemos decir que, en cierta forma, el doctor Acosta Rodríguez fue para nosotros uno de nuestros maestros favoritos. De él aprendimos muchas cosas. Por algo fue siempre, para sus amigos más allegados, una cátedra permanente. Una cátedra de bondad, de disciplina, de responsabilidad compartida, de hidalguía generosa, de organización y de método, de trabajo constante y firme. Ninguno más acucioso que él, ninguno más apasionado de la investigación histórica, ninguno más bolivariano; ninguno más patriota. Un hombre de condiciones excepcionales que deja entre nosotros, como tenía que dejar, una huella profunda.


Tuvimos ocasión de conocerlo y tratarlo muy de cerca. Con él asistimos a convenciones y congresos bolivarianos, nacionales e internacionales; con él compartimos la autoría de un pequeño libro sobre La muerte del Libertador y sus implicaciones políticas. Por voluntad suya, fuimos a Ecuador y a otros países a dictar conferencias y a dar recitales en el año conmemorativo del bicentenario del nacimiento del Libertador, tomando parte de este modo en La Cátedra Bolivariana Itinerante de carácter internacional, puesta desde entonces en sus manos por el Ministerio de Educación Nacional; cátedra que él ejerció con gran éxito.


Con él compartimos tareas de la Asociación de Cronistas Oficiales de Ciudades de Venezuela y de las convenciones de esta asociación, de la cual fue presidente ejemplar durante tres períodos consecutivos. Y en este cargo se destacó como un gran organizador; como un líder cultural de primera categoría. Además, jerarquizó la institución, dándole un realce extraordinario. Uno de sus últimos aportes fue la elaboración de un articulado sobre la función y la vigencia legal de los cronistas, oportunamente incorporado al proyecto de reforma de la Ley Orgánica del Poder Municipal, que ya se encuentra en el Congreso para su discusión y aprobación definitiva. Los miembros de la comisión parlamentaria que estudia este proyecto acogieron con mayor beneplácito este artículo complementario presentado por el doctor Acosta Rodríguez.


Oriundo del estado Guárico, había nacido en Ortiz el 5 de enero de 1917 y le iba a tocar morir en Caracas el 11 de enero de 1986, es decir, que su parábola vital cubrió apenas 69 años de edad. Estaba todavía muy entero cuando le sobrevino la muerte: muy entero desde el punto de vista físico y también desde el punto de vista intelectual; como escritor, como conferencista de primera categoría. En el momento de morir ostentaba el cargo de cronista oficial de Villa de Cura, y por eso fue sepultado en esta ciudad. Pero no solo por esto, sino por su entrañable vinculación a ella de toda la vida, sobre todo a través de su esposa, Doña Zoraida, una villacureña admirable, espiritual y talentosa como pocas, a quien por circunstancias diversas le ha tocado convertirse en los últimos años, como diría Saldomero Sanín Cano, en "una exquisita máquina de sufrir". Por fortuna, Doña Zoraida tiene un temple griego estupendo.


La curva profesional y docente del doctor Acosta Rodríguez resulta excepcionalmente meritoria. Profesor de ciencias sociales del Instituto Pedagógico de Caracas y de historia en otros institutos de alto nivel durante más de cuarenta años; presidente del Comité para la Enseñanza de la Historia del Instituto Panamericano de Geografía e Historia; directivo de la Sociedad Bolivariana de Venezuela y miembro honorario de las de Boyacá, Panamá, Perú, Guatemala, Argentina y Chile; miembro correspondiente de varias academias. Autor de obras históricas notables: su Bolívar para Todos lleva ya varias ediciones, y con su libro Visión Didáctica de Bolívar ganó el concurso promovido por la Sociedad Bolivariana de Venezuela para la elaboración de una biografía del Libertador destinada a la docencia. Un maestro. Sus obras son texto de consulta. Lo dicho: un Maestro.


Ese es el hombre que, para su descanso definitivo, acaba de bajar a la tumba.


Valencia, enero de 1986.


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